Si has consultado las especificaciones de algunos modelos actuales de televisores a la venta, existe una característica o término que resaltará por encima del resto: Ultra HD o, lo que es lo mismo, ultraalta definición. ¿En qué consiste esta resolución y en qué se diferencia respecto a las resoluciones que tradicionalmente tenían los televisores hasta ahora?
Ultra HD supone una mejora cuantitativa respecto al Full HD. En lugar de los 1080 píxeles de los que hablábamos antes, ahora se considera UHD a aquellos televisores que tienen al menos 2160 píxeles como resolución vertical. En total, estaríamos hablando de 3840×2160 píxeles como mínimo (para una relación de aspecto 16:9), lo que implica tener 8,3 megapíxeles.
Las diferencias, comparando esas cifras, parecen claras: la resolución Ultra HD es cuatro veces superior a la Full HD (de ahí a que también se le conozca como “resolución 4K”). Realmente, siendo precisos, el 4K no sería exactamente 4K. Todos los televisores actuales con tecnología UHD poseen una resolución de 3840 × 2160 píxeles (el doble justo de los 1920 y los 1080 píxeles de Full HD), pero el estándar definido por el Digital Cinema Initiative sería 4096 × 2160 píxeles. ¿La diferencia? 256 pixeles de ancho frente al formato UHD que se vende en el mercado. ¿Por qué? La clave está en la relación de aspecto:
- 3820 × 2160 píxeles: relación de aspecto 1.78:1
4096 × 2160 píxeles: relación de aspecto 1.9:1
El optar por 3820 × 2160 píxeles tiene sentido: casi todo el contenido televisivo se emite con la relación de aspecto 1.78:1, por lo que si nuestra pantalla fuese un poco más larga, a la hora de ver cualquier serie, programa o película tendríamos que soportar barras negras en los laterales ya que la imagen no rellenaría la pantalla en su totalidad.